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Foto del escritorDiócesis de Iztapalapa

Comentario al Evangelio de la Epifanía del Señor.

Por Redacción.


La estrella que guía: Dios siempre nos llama

El Evangelio de San Mateo nos presenta un signo celestial: una estrella que guía a los magos de Oriente. Esta estrella no solo es un fenómeno astronómico, sino una invitación de Dios. Así como los magos, cada uno de nosotros tiene "estrellas" en la vida, señales que nos llaman a buscar a Cristo. A veces son personas, experiencias o acontecimientos que despiertan en nosotros el deseo de algo más grande, algo eterno. ¿Estamos atentos a esas señales? La Epifanía nos recuerda que Dios llama a todos, sin importar nuestra cultura, raza o condición. Los magos eran extranjeros, y, sin embargo, respondieron con fe.



La respuesta de los magos: Fe y acción

Los magos no se quedaron con la curiosidad; actuaron. Dejaron su tierra, emprendieron un viaje largo y lleno de incertidumbre, todo por el deseo de encontrar al "Rey de los judíos". Su fe no era pasiva, sino una fe que caminaba, que buscaba. Hoy, en nuestra vida espiritual, se nos invita a seguir este ejemplo. ¿Cuántas veces nos detenemos por comodidad o miedo? La fe nos impulsa a salir de nuestra zona de confort para encontrarnos con Jesús, no en un trono de poder, sino en la humildad de un pesebre.


Herodes y Jerusalén: Las resistencias al encuentro con Cristo

El Evangelio también nos habla de Herodes y de "toda Jerusalén", quienes, en lugar de alegrarse por la noticia del Mesías, se sobresaltaron. Herodes representa la resistencia del egoísmo y del miedo al cambio. A menudo, como Herodes, podemos tener miedo de que Cristo "desplace" nuestras prioridades o que nos llame a dejar algo que no queremos abandonar. Jerusalén, en cambio, representa la indiferencia, esa apatía que nos hace sordos a la llamada de Dios. En esta Epifanía, Jesús nos invita a examinar nuestro corazón: ¿qué Herodes hay en nosotros? ¿Qué resistencias nos impiden adorarlo con alegría?


Los regalos de los magos: Adorar con todo lo que somos

Cuando los magos llegan a Belén, no solo se postran ante el niño Jesús, sino que le ofrecen regalos: oro, incienso y mirra. Estos presentes simbolizan nuestra entrega total a Cristo. El oro representa lo mejor que tenemos, nuestros talentos y recursos; el incienso, nuestra oración que se eleva hacia Dios; y la mirra, nuestras dificultades y sufrimientos, que ofrecemos confiando en su redención. Adorar a Cristo no es solo una acción externa, sino un acto interior de entrega. ¿Qué regalo le estamos ofreciendo hoy al Señor?


"Regresaron por otro camino": La transformación de un encuentro con Cristo

Finalmente, el Evangelio termina con una frase significativa: "Regresaron a su tierra por otro camino". Quien encuentra a Cristo nunca vuelve igual, siempre hay un cambio. La Epifanía nos llama a dejarnos transformar por el encuentro con Jesús, a tomar "otro camino", uno que nos lleve a vivir según su amor, justicia y paz.


La Epifanía, fiesta de la manifestación universal de Cristo

Hoy celebramos que Cristo no es solo el Salvador de Israel, sino de toda la humanidad. La Epifanía nos recuerda que Jesús se manifiesta a todos los que lo buscan con corazón sincero. Sigamos el ejemplo de los magos: leamos los signos de Dios, respondamos con fe, ofrezcámosle lo mejor de nosotros y dejémonos transformar por su amor. Que esta celebración sea para nosotros una invitación a vivir como testigos de la luz que hemos encontrado en Cristo, para que otros también puedan encontrarlo. ¡Amén!

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